miércoles, 1 de agosto de 2012

¡Todo manchado!

En la oscuridad total, me guiaba por el sonido del agua.
Ecos que me acercaban a ninguna parte en especial.



En ese camino, trastabillé y caí.
Muchas veces. 
Me lastimé, manché de tierra mi ropa y mis manos.



Puteé. Total, ya estaba sucio, cansado y con hambre.
Al cielo, a la tierra. A la oscuridad y al fuego.


Al tocarme la espalda lo sentí.
Estaba todo manchado de luz.
Entendí tantas cosas juntas.
Nunca estuve solo del todo:
Siempre mi corazón siguió latiendo.
Mis manos manchadas de tierra
y luz que es mi esencia.


Le agradecí a Dios por iluminar mi camino,
y seguí adelante. Hacia alguna parte,
sin oír los ecos, sin abrir los ojos,
con la sonrisa en las manos.

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