domingo, 20 de mayo de 2012

La Creación del Chapati


Antes de que hubiera internet, Dios creó al mundo.

El primer día pidió la luz, y por suerte se la dieron ese mismo día, porque la había pedido en latín, que es el idioma de la Creación. ”Salus amicum mei, Fiat lux” le dijo al muchacho de la luz. Y así, Dios tuvo luz.
Y de esta manera, estuvo como una semana con todos los trámites para poner en marcha el mundo.  Que el agua, que los animales, que los árboles, y que todas esas cosas y cositas. Se sabe, crear el mundo es un trabajo muy pesado.

Con tantas cosas para hacer, Dios se la pasaba tomando mate, pero no tenía tiempo para comer.

El sexto día, cansado de tomar el mismo mate lavado, le reclamó a su señora la Pacha, que le hiciera alguna picada rápida, porque estaba cansado de tanto mate y mate, que ya le estaba cayendo mal a la panza, y todavía no había creado ni el carboncito ni el pañal.

La Pacha se le quedó mirando, sin saber qué responder. Toda esa semanita, Dios había estado contento con su mate. Aparte ella no sabía qué otra cosa hacerle.

Dios, que todo lo sabe, supo el pensamiento de la Pachita, y decidió seguir con la Creación de todas las cosas un día más, al transmitirle vía Verbo la auténtica receta del Chapati-pizza. Y el sexto día, con una sonrisa benevolente y algo pícara también, Dios le transmitió la siguiente receta:

Harina integral para tener contento al estómago.

Sal

Agua

Aceite

Avena o Semillitas de sésamo para tener contenta a la Pacha

Se mezclan los ingredientes para lograr una masa seca, que se divide en bollos. Cada bollo se aplana. Con esto, se crea el Chapati.

Cada chapati se cocina en sartén. Una vez que se da vuelta, se le añaden tiras de queso, tomate en rodajas y orégano.

Dios comió sus chapatipizzas, y siguió creando. Ese día, gracias a la energía renovadora del chapati, creó a la mujer, y para que no estuviera tranquila y tuviera una razón para vivir, amar y especialmente para renegar, creó al hombre.

Esa noche, gracias a la energía extra del Chapati, la Pacha tuvo el castigo que había venido reclamando toda la semana. Y al otro día, Dios y la Pacha se quedaron remoloneando en la cama hasta tarde.

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